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El zikatero

El rugido de Muckraker

Fue una mañana después de las vacaciones de Navidad en la que apenas nadie había oído hablar del virus Zika. Viendo un programa televisivo, el mismo fue interrumpido para realizar una conexión en directo a lo que era una especie de convocatoria por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) a medios periodísticos de todo el mundo para explicar la aparición del virus Zika. "Sarpullidos, fiebre, irritación, conjuntivitis, dolor de las articulaciones" fueron las palabras de la presidenta de la OMS, la china Margaret Chan, para explicar los efectos de dicho virus. Me di cuenta entonces que estábamos ante una nueva amenaza para la salud. La OMS define el virus de Zika como un virus emergente transmitido por mosquitos y su alarma radica en la sospecha de que existe un vínculo causal entre esta infección y casos de microcefalia durante el embarazo. Estremecedor.

La Real Academia de la Lengua española define la palabra cicatero (zika-tero) en una de sus acepciones como "mezquino, ruin, miserable, que escatima lo que debe dar". No puedo evitar pensar en dicho adjetivo al acordarme de nuestros diputados que esta semana han participado de la primera sesión de investidura fallida de la democracia. Porque esos políticos que nos representan han realizado un auténtico teatro en el que se han olvidado de los intereses perentorios de toda una nación como España en pos de sus intereses partidistas y electoralistas. "Cuando el parlamento es un teatro, los teatros deben ser parlamentos" decía una máxima del mayo del 68 francés, o lo que es lo mismo, cuando el parlamento no hace política, es la calle la que la hace. No hace falta más que escuchar cualquier tertulia de bar mientras se ve rodar el balón en el televisor. Parlamento- Nación, ¡qué dicotomía más grande hemos presenciado!

El pasado 27 de enero se han presentado los resultados del Índice de Percepción de la Corrupción 2015, elaborado por la reputada ONG Transparencia Internacional (ver índice): España ha registrado en 2015 el peor dato de percepción de corrupción de su historia, lo que refleja una "grave" situación de corrupción política, antes vinculada al urbanismo y ahora a la "contratación pública", sobre todo a la que hacen empresas públicas y entes instrumentales de la administración. Los políticos se llevan la peor valoración mientras que, por el contrario, es el ámbito judicial el que se muestra como una institución muy valorada ajena a toda sospecha de corrupción. ¡En España son firmes las columnas de la justicia!

No puedo estar más de acuerdo con dicha apreciación, tanto por mi experiencia personal con los tribunales, motivada por mi profesión de abogado, como por la experimentación en cabeza ajena. Es esa mujer con los ojos vendados, con una balanza en una mano y una espada en la otra. ¡Equilibrio perfecto! Como muestra de ello, traigo a colación diversas sentencias recientes muy relevantes en el que la independencia judicial, a pesar de las innumerables presiones, ha dado fuertes muestras de su vigor y podemos afirmar sin pudor que la justicia es hoy más justicia que nunca:

 

 

Visto estos últimos y relevantes pronunciamientos, entendemos que el español deje fuera de toda sospecha a nuestros queridos jueces, garantes de la aplicación de la Ley y que no aparecen ni por asomo en el citado Índice de Percepción de la Corrupción 2015.

¿Y nuestros políticos? Lástima que no puedan decir lo mismo y en la última encuesta del CIS aparezca la corrupción y el fraude como la segunda preocupación de los españoles sólo por detrás del paro. ¿Hasta cuándo?, nos preguntaremos. Como decía un antiguo portero mío al preguntarle por algún asunto que se le encargaba, "estamos en ello" contestaba. Lo malo es que cuando tiempo después se le preguntaba de nuevo, contestaba lo mismo.

Gracias, gracias, gracias, sus Señorías, por sostener la balanza de la justicia, con independencia de cualquier presión o grupo de intereses. En vos confiamos.

¿Y los políticos? Estamos en ello, afirman sin pudor.

Muckraker.-