El Metaverso y la Plusvalía Municipal

 Rugido de muck

Tal y como comentaba Javier Fuentes, de Akoios, en una de sus conocidas newsletter sobre Inteligencia Artificial, el término Metaverso se acuñó por Neal Stephenson en una novela de ciencia-ficción de 1992 denominada Snow Crash, que hacía referencia a un universo online, multi-usuario, inmersivo y digital donde se puede interactuar y socializar con otras personas y cuyo rasgo principal de estas realidades virtuales es que son persistentes, esto es, siguen existiendo y siguen ocurriendo cosas en ellos independientemente de que tú estés conectado o no. Es decir, define una iteración futura de Internet compuesta por espacios virtuales tridimensionales compartidos y persistentes vinculados a un universo virtual percibido. Es, por ejemplo, lo que ocurriría en el metaverso de un fiscalista idealista como es servidor, donde se impondrían los criterios de racionalidad en el sistema impositivo patrio, con unas reglas claras e iguales para todos y donde, contribuyentes y representantes del fisco, jugamos al mismo juego donde al final siempre gana la justicia. Mmmmm… me gusta esto del metaverso. Y qué decir de las miles de aplicaciones prácticas que puede tener el concepto, no sólo en el ámbito lúdico, sino también en el laboral, familiar, personal… Fascinante.

Pues mira por donde, reflexionando sobre esto, he tenido la sensación de que estaba ya en un proceso inmersivo de mi metaverso fiscal, pues a  la hora de la comida recibo la nota de prensa del Tribunal Constitucional (TC), una muesca más de mi querido y a la par admirado Juan González Rivas (algún día se valorará lo suficiente legado jurídico que deja nuestro presidente), donde se declaran inconstitucional y nulos los artículo 107.1 segundo párrafo, 107.2.a) y 107.4 del texto refundido de la Ley Reguladora de las Haciendas Locales, que establecía un método objetivo de determinación de la base imponible del Impuesto sobre el Incremento de Valor de los Terrenos de Naturaleza Urbana (conocido como Plusvalía Municipal).

La regla llega al absurdo de afirmar que siempre existe incremento de valor de los terrenos (y por ende gravable) con independencia de si realmente ha existido ese incremento y de la cuantía real de ese incremento. La sentencia del TC de mayo 2017 (todavía recuerdo la cara del juez cuando se la entregué en una vista oral habiéndose publicado ese mismo día) puso fin a dicho arbitrio en los casos de pérdida patrimonial y, más tarde, cuando el pago del impuesto era superior a la ganancia. Y lo triste de todo esto es que ya hace 4 años y medio de aquella rompedora sentencia, en la que se conminaba al legislador a poner fin a tal dislate pero éste, como quien oye llover. Mejor enfrascarse en escaramuzas políticas que solucionar problemas. Y así nos va.

Menos mal que siempre nos quedará el TC, quien ahora pone fin a este absurdo cálculo del impuesto que gravaba ficciones jurídicas que nada tenía que ver con las reales, produciendo en muchos casos una auténtica confiscación y empobrecimiento, y  anula por inconstitucional la normativa sobre la que se basaba el cálculo objetivo del gravamen. En todo caso, todavía no se ha publicado la Sentencia por lo que cuando se publique haremos un exhaustivo detalle sobre sus consecuencias jurídicas y también prácticas. De las de hoy y mañana, pero también de las de ayer (liquidaciones que no sean firmes).

¿Y ahora qué?

Pues, aunque la noticia dejó a más de un alcalde helado (suele suponer del 6% al 15% del presupuesto de los municipios (justo ahora en elaboración), 2.500 millones de euros en 2020), toca esperar una nueva regulación. En una rápida reacción, Hacienda que afirma que tiene preparada ya una normativa que regule la cuantificación de dicho hecho imponible para otorgar seguridad jurídica en este tema. Pero, mientras tanto, no se producirá el hecho imponible del impuesto y se podrán impugnar todas aquellas liquidaciones que no sean firmes todavía (se impide la retroacción). Liquiden, liquiden que poco van a cobrar. Vamos, un auténtico metaverso fiscal.

Lo malo sería, como en muchos asuntos de tecnología, que en lugar de crear éste o cualquier otro metaverso en base a estándares abiertos, con múltiples compañías ofreciendo servicios y posibilidades en él, y con un desarrollo de software y hardware que permita la interacción de los usuarios, sea una compañía (ojo al nuevo proyecto de Mark Zuckerberg, de Facebook) la que me monitorice constantemente con la única intención de tratar de venderme cosas (te suena?). En su caso, preferiría entonces mi Universo y no su Metaverso. La tangibilidad de mis sueños.

     Muckraker

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