Covidnomics día 35- No nos defraudéis (no esta vez)

 

El rugido de Muckraker

 

La coherencia existe cuando la línea que separa tu mundo interior del exterior se difumina y desaparece, decía la joven Hala en la tierna película de Apple+ que lleva su mismo nombre. La RAE la define como la actitud lógica y consecuente con los principios que se profesan. Bien, quizá lo primero sea definir nuestros principios, aquellos que le dan sentido a nuestra vida para luego actuar en la misma conforme a ellos. Cuando era pequeño mi madre me decía que si no vives como piensas, acabas pensando como vives. Hermoso juego de palabras que habla por sí mismo. Autenticidad y coherencia, las dos grandes virtudes olvidadas hoy día. Sin embargo, dicen los psicólogos y psiquiatras que las personas felices de verdad, las que transmiten ese aroma de felicidad que es la antítesis de la alegría burbujeante y efímera, son aquellas personas que son auténticas, que tienen un verdadero equilibrio en su vida entre sus expectativas y su vida real, que obran conforme piensan, que son coherentes en todos los aspectos de su vida, englobando tanto lo personal, como lo profesional y lo espiritual.

Una de las veces que más hondo caló en mí el asunto de la coherencia fue en una de las pocas conversaciones confidentes que mantuve con el entonces jefe de estudios de mi colegio, Carlos Machin (que en paz descanse), en la que me transmitió algo que no se me ha olvidado nunca: los grandes pecados de nuestro tiempo no eran las acciones sino las omisiones. No era lo que hacía (que también) donde había que poner el foco, sino realmente lo que omitía, lo que podía hacer y no hacía. Fue un auténtico puñetazo en mi conciencia que todavía hoy resuena. Esa era la expresión máxima de la coherencia, el anverso de nuestras actuaciones.

No es coherente el esposo que jura amor eterno en la salud y en la enfermedad, y que cuando vienen mal dadas busca consuelo cutáneo en desnudos y perfumados hombros ajenos al hogar.

No es coherente el padre que trata que sus hijos lleguen lejos mientras en su día a día cede perezoso a sus caprichos infantiles por no llevarles la contraria. No sea que se disguste el chaval.

No es coherente el hijo cuyos padres han dado todo por él y, sin embargo, reniega de ellos cuando la senectud les cubre con su manto raído, haciéndoles torpes y dependientes.

No es coherente la empresa que fomenta su código ético y rsc, mientras el trabajador que denuncia en el whistleblowing de la empresa algún comportamiento no ético o legal es despedido con cualquier excusa.

No es coherente el trabajador que promete lealtad a su jefe a la hora del bonus mientras maquina cómo treparle y ocupar su puesto cuando las ventas no se ajustan a presupuestos.

No es coherente el religioso que invoca a Dios mientras ignora al marginado que llama a su puerta.

No es coherente quien cree llevar la bandera del progreso pero expulsa de la verdad a todo aquél que tiene otra forma de pensar.

No soy coherente yo tantas y tantas veces…

-Te olvidas de los políticos, Muckraker!-. Ni mucho menos, es a ellos a quienes les dedico este rugido. ¿Sabéis que tienen en común la mayoría de siglas políticas de quienes hoy nos representan con Alfonso XII, Azaña, O´Donnell, Primo de Rivera, Lerroux, Franco y Juan Carlos I? Su incoherencia.

La misma incoherencia que supone la improvisación de este Gobierno y está haciendo sufrir a miles y miles de autónomos. La misma incoherencia de quien presume de estar al lado de todos y no hace todo lo que debe por aquellos que más lo necesitan.

Por ello, desde PQS hemos publicado para este colectivo un documento (ver doc completo en http://pqsconsulting.com/images/SOS_Autnomos_by_PQS.pdf) con el título de S.O.S. Autónomos, donde recogemos de forma sencilla todas las medidas publicadas para los autónomos a lo largo de estas semanas en las distintas normas, de cara a tener una visión completa de las mismas y así poder entenderlas mejor y buscar las que aquellas que mejor encajen.

Por otro lado, me gustaría compartir contigo lo que yo imagino que sucederá en el ámbito económico en los próximos meses. Es evidente que existen tres corrientes de opinión al respecto: por un lado están los que piensan que ya nada volverá a ser como antes, que cambiarán los paradigmas, que se refundará el capitalismo (esta historia me suena) y, en definitiva, que habrá un nuevo orden con unas nuevas reglas para todos, quién sabe si dictadas por China o por el estrambótico Trump. Por otro lado estamos, yo me incluyo en esta alternativa, los que pensamos que esta crisis lo que va a hacer es acentuar lo que ya venía sucediendo antes del Covid-19, que los procesos iniciados anteriormente (ralentización económica, destrucción del empleo, proteccionismo, populismos, nacionalismos, eugenesia, tecnificación, desinformación…etc) no van sino a acelerar su implantación impulsados por esta nueva situación. Es decir, se producirá un impulso exponencial de todas aquellas tendencias previas a la crisis sin que exista un nuevo orden sino uno más viejo y caduco todavía. Y por último, como siempre, están los negacionistas, que afirman que lo que sucede ahora es un mero paréntesis y que luego todo volverá a ser como siempre, con una montaña de muertos por el camino pero la vida volverá a su baile ordinario.

En este sentido, parece que ha entrado con fuerza una nueva forma de expresar la recuperación económica tras la crisis: no es ni V, ni W, ni L ni U. Es el símbolo de Nike. Recuperación lenta y prolongadda en el tiempo. No es descabellado que suceda algo así, tiene bastantes posibilidades a mi entender.

¿Pero sabes qué es lo que más me estimula de esta situación? Que no hay ninguna previsión que pueda presumir de fiabilidad. Decía un dicho, con el que yo empecé mi speech particular a mi esposa el día de mi boda, que si querías hacer reír a Dios solo tenías que contarle tus planes. Pues esto es similar, todas las previsiones, todas las universidades y sus estudios, todas las instituciones, todos los foros económicos podrán decir una cosa o la contraria. Pero esto es algo “inexperimentado”, por lo que si la economía solo explica hechos pasados nada puede hacer en este caso. Por lo tanto, se admiten apuestas. Y sigan haciendo reír a Dios.

Pues bien, nadie puede dudar del desafecto de los ciudadanos hacia su clase política, totalmente justificado visto lo visto en los últimos años. Para quien no lo sepa, este 2020 es el año de la Rata para la cultura China. Por lo visto, un eminencia como es el maestro de astrología Chino Si Man-fung, dijo a comienzos de año a la CNN que “las personas nacidas en el año de la rata pueden verse propensas a tener pensamientos negativos y más interrupciones en la vida”. Este tío sí que la ha clavado, le deberían proponer para asesor de la OMS.

La ausencia en España de un líder que aglutine y una a las distintas opciones políticas de la sociedad es algo clamoroso. Es el momento de unirse por un objetivo común. No pueden jugar con la economía de 47 millones de españoles. Es el momento de ser coherentes en su vida política y de llevar a cabo la vocación que va en el ADN de cualquier político: servir al bien común. Que sean lideres, no ratas. Que no les recordemos como aquellos políticos que en el año de la rata se los comió la podredumbre y el hedor de su incoherencia e incompetencia.

Se consiguió anoche reunir a 69 artistas en el concierto liderado por Lady Gaga denominado One World: together at home. Brutal concierto retransmitido en streaming (que sigo todavía escuchando), reuniendo a variedad de artistas de toda raza, condición y estilo musical. Desde el concierto de 1985 a favor de la lucha contra el sida no había sucedido nada igual. Como veis, los músicos se unen y transmiten de forma conjunta a través de su música. Vosotros, políticos, unión ¿para qué? ¿qué transmitís? ¿a través de qué? Ahora tenéis la oportunidad de poner letra a vuestras canciones vacías, de devolvernos a los ciudadanos que os votamos, y también a los que no, aquello que nos robasteis hace ya una eternidad y que no tiene más que 9 letras: CONFIANZA. Queremos confiar en vosotros, que seáis coherentes, que si verdaderamente vuestro fin es el bien común, el servicio a vuestra/nuestra nación, hoy y ahora no nos podéis fallar. No podéis jugar con el futuro de todos los españoles, nos jugamos mucho en este envite como para jugar al cuanto peor mejor. No en este momento. Ver caer al adversario significa vernos caer a todos. Si no es ahora que estamos en una situación sin parangón, ¿cuándo lo vais a hacer? Sed coherentes, prestad ese servicio a todos los españoles cuyo destino manejáis con las estadísticas frías de Tezanos, aunque sea vuestro último servicio. Llamadlo pacto de reconstrucción, de Moncloa, de Zarzuela, del demonio pero llegar a un pacto. No lo sabéis, pero lo necesitamos. España lo necesita para cruzar juntos este océano frío y oscuro de incertidumbre social y económica en la que nos adentramos. Alcanzaréis así la gloria. No nos defraudéis. Esta vez no, por favor.

 

Muckraker